La explosión se produjo en Buenos Aires en 1999: la imagen de Rodrigo, como un torbellino, apareció con las tapas de revistas y los programas de televisión. El joven cuartetero batía récords de ventas, sus shows desbordaban de fans (entre ellos 13 presentaciones en el Estadio Luna Park) y sus temas eran cantados por miles de jóvenes. Los medios se ocupaban de sus romances, incentivaban rivalidades con la Mona Jiménez e impulsaban a la madre de Rodrigo, Beatriz Olave, a demostrar sus dotes artísticas. Los periodistas lo seguían en sus vacaciones por Miami, en su visita a Maradona a Cuba y lo reunían con actrices famosas para sesiones de fotos. En sólo ocho meses su vida se transformó radicalmente envolviéndolo en una vorágine de halagos, fama y dinero.
En la madrugada del 24 de junio de 2000 cuando regresaba de dar un recital en City Bell, su camioneta chocó contra el guardarrail y volcó en la Autopista La Plata-Buenos Aires. Rodrigo y Fernando Olmedo, hijo del popular cómico, salieron dispedidos del auto y murieron al impactar contra el asfalto. El cantante tenía 27 años.

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